31 marzo 2011

Vancouver, time-lapse en HD

Magnifico time-lapse sobre la ciudad de Vancouver, para quitarse el sombrero...



Más información: http://www.timelapsehd.ca/

30 marzo 2011

Concursos de fotografía para abril de 2011

Relación de concursos previstos para el mes de abril de 2011. Pinchando en los enlaces se puede acceder a las bases de cada concurso.

· IV Edición del Concurso de Fotografía "Sotos de Alfaro". Presentación hasta el 1 de abril de 2011.
· III Concurso de Fotografía Pedro Saputo 2011. Presentación hasta el 1 de abril de 2011.
· I Concurso de Fotografía Mirades d’au. Presentación hasta el 3 de abril de 2011.
· XVIII Cacería Fotográfica - Loja. Inscripción hasta el 6 de abril de 2011.
· I Certamen de Fotografía CMU Santa María de Europa 2011. Presentación hasta el 8 de abril de 2011. 
· VI Concurso de Fotografía "Murcia: etnografía, cultura y tradiciones". Presentación hasta el 8 de abril de 2011. 
· III Concurso Fotográfico Internacional "Septenio". Presentación hasta el 8 de abril de 2011.   
· XVIII Certamen Fotiográfico "El Lobo y el Madroño" 2011. Presentación hasta el 8 de abril de 2011.   
· II Festival de Fotografía Emergente de Granada - Itinerarios Expositivos. Inscripción hasta el 11 de abril de 2011. 
· IV Concurso Fotográfico Cita-Ctic. Presentación hasta el 13 de abril de 2011.  
· VI Concurso Fotografía Asoc. Comerciantes "Los Alcázares". Presentación hasta el 14 de abril de 2011.
· VIII Concurso de Fotografía Ecología de Canarias "Juan Félix Marrero Perdomo"' 2011. Presentación hasta el 15 de abril de 2011.
· IΙI Concurso de Fotografia de l’Olleria 2011. Presentación hasta el 15 de abril de 2011.
· Concurso de Fotografía HSBC "30 años de Historia en España". Presentación hasta el 15 de abril de 2011.
· I Concurso fotografía "Fotopuntos 2011 – Belleza Natural". Presentación hasta el 15 de abril de 2011. 
· XLIX Premios Ejército 2011. Presentación hasta el 15 de abril de 2011. 
· II Concurso de Fotografía Reflejos de Azuara - Vida Rural. Presentación hasta el 16 de abril de 2011. 
· Concurso de Fotografía "Tu ciudad-tu mirada" (Gijón). Presentación hasta el 17 de abril de 2011. 
· Concurso de Fotografía de Getxo. Presentación hasta el 20 de abril de 2011. 
· III Concurso de Fotografía Vacaciones en Canarias 2011. Presentación hasta el 25 de abril de 2011. 
· Concurso de Fotografía "Eolo 2011”. Presentación hasta el 29 de abril de 2011.
· X Concurso de Fotografía "Villa de San Adrián" 2011. Presentación hasta el 29 de abril de 2011.
· XI Concurso Internacional de Fotografría Apícola 2011. Presentación hasta el 30 de abril de 2011. 
· XVIII Concurso Nacional de Fotografía "L'art de la llum" 2011. Presentación hasta el 30 de abril de 2011. 
· XXXI Concurso Nacional de Fotografía Sarthou Carreres. Presentación hasta el 30 de abril de 2011.  
· Concurso fotográfico Sierra Espuña 2011. Presentación hasta el 30 de abril de 2011.  
· XI Premio de Fotografía EL CULTURAL. Presentación hasta el 30 de abril de 2011. 


Suerte a los participantes...


04 marzo 2011

Jacques Henri Lartigue, exposición en CaixaForum Madrid


Un mundo flotante. Fotografías de Jacques Henri Lartigue (1894-1986) es la primera gran exposición antológica del fotógrafo que se realiza en España. Reúne más de doscientas piezas procedentes de la Donation Jacques Henri Lartigue de París, entre copias modernas e instantáneas originales tomadas y reveladas por él mismo ?algunas de ellas con la técnica estereoscópica?, así como cámaras, cuadernos, agendas y algunos tomos del diario que realizó durante toda su vida. La muestra hace especial hincapié en los temas que resultaron una constante durante toda su carrera: la fotografía como instrumento de la memoria, una herramienta para capturar la fragilidad de la existencia y la brevedad de la felicidad. También refleja su particular visión de las mujeres y de un mundo que cambiaba velozmente. Todo ello permitirá descubrir al visitante el retrato de una época ya desaparecida a partir de las imágenes inconfundibles de Lartigue, un maestro que durante sus casi 90 años de trayectoria nunca dejó de considerarse un aficionado.

«Ser fotógrafo es atrapar el propio asombro». Durante toda su vida, Jacques Henri Lartigue (1894-1986) fue fiel a esa inquietud. Desde su más tierna infancia fotografió todo aquello que le conmovía, que le hacía feliz, que le parecía bello y que le servía para luchar contra el paso del tiempo y el olvido. Reconocido hoy de forma unánime como uno de los grandes nombres de la fotografía del siglo XX, su obra constituye un documento único de una época y una forma de vivir.


La exposición Un mundo flotante. Fotografías de Jacques Henri Lartigue (1894-1986) ha sido comisariada por Florian Rodari y Martine d'Astier de la Vigerie, directora de la Donation Jacques Henri Lartigue, con la asistencia de Maryam Ansari. La muestra podrá verse del 4 de marzo al 19 de junio de 2011 en CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36).






















Jacques Henri Lartigue. Automóvil Delage. Gran Premio del ACF, 26 de junio de 1912.


Jacques Henri Lartigue ocupa un lugar muy especial en la historia de la fotografía: el de un aficionado con talento que siempre habló de la pintura como su principal pasión y de la fotografía como una dedicación secundaria. Desde 1902, con ocho años, hasta su fallecimiento en 1986, Lartigue vivió fotografiando.

Nació en 1894 en Courbevoie, cerca de París, en el seno de una familia de industriales. Su padre le compró la primera cámara fotográfica cuando tenía ocho años y, desde pequeño, inició un diario con fotografías y breves textos que lo acompañó toda la vida y que es un documento extraordinario para conocer el modo de vivir de una generación que descubrió la moda, el deporte o las competiciones de motor.

Lartigue fue un niño enfermizo que pronto comprendió que su felicidad podía desaparecer. Por eso decidió narrar su vida y, mediante ese relato, construir su propio personaje, del mismo modo que construyó su propia felicidad representándola constantemente. Para Lartigue, la felicidad es indisociable de su conservación, de modo que hay que retenerla mediante la escritura, la fotografía y los álbumes, la última etapa en la elaboración de sus recuerdos. Lartigue conservó durante toda su vida la frescura de la infancia y la insaciablecuriosidad de la juventud. En sus imágenes celebra el instante presente y oculta la angustia que le produce el paso del tiempo.

Descubierto de forma tardía y fortuita en 1963, cuando contaba casi 70 años, por John Szarkowski, entonces conservador de fotografía del Museo de Arte Moderno de Nueva York, Lartigue fue conocido y reconocido en su propio país y en todo el mundo gracias a la gloria alcanzada en Estados Unidos. En 1974, el presidente de la República Francesa, Valéry Giscard d’Estaing, le invitó a realizar su retrato oficial; entre ambos se estableció una sólida amistad que condujo a Lartigue, en 1979, a donar en vida la integridad de su obra al Estado.























Jacques Henri Lartigue. Coco. Hendaya, 1934.


Desde su infancia, Jacques Henri Lartigue se obsesionó con recordar todo lo que experimentaba e hizo de la fotografía el instrumento de su memoria. Esa voluntad de recordar, muy arraigada en el pequeño Lartigue, estaba estrechamente relacionada con su deseo de fijar la felicidad. Así, memoria y felicidad son dos realidades que sufren la misma amenaza de desvanecerse y la genialidad de Lartigue estriba en el hecho de que no fotografiaba ni la memoria ni la felicidad, sino lo que constituye su esencia: la fragilidad. En las fotografías de Lartigue, la felicidad está siempre relacionada con el cuerpo humano y su interacción con el espacio que lo rodea. La gente feliz recibe los embates del oleaje, los golpes de viento de las borrascas o los rayos del sol. Los cuerpos pierden constantemente la verticalidad y se levantan del suelo. Y es que conseguir fotografiar la felicidad depende de la gracia con la que se captan los movimientos casi imperceptibles: una mirada repentina, que dura tan sólo un instante o un gesto en equilibrio inestable.

La mirada de fotógrafo de Lartigue tiene presente la ambigüedad que existe en la realidad: lo infinitamente pequeño puede tener un tamaño mayor que lo grande o lo lento puede ir a tanta velocidad como lo rápido. Su fotografía capta esa esencia y ahí reside la verdad de las imágenes de Lartigue, auténtico mago del instante. Pese a parecer estáticas, sus fotografías hablan siempre de la posible continuación del tiempo, de una forma de huir de los límites y de las perspectivas ordinarias.

Para acentuar la impresión de ambigüedad, Lartigue utiliza con maestría el encuadre en distintos momentos del acto fotográfico. Primero, en el instante de apretar el disparador. Su cámara se convierte en una prolongación de su cuerpo: a veces está situada a ras de suelo, como la mirada de un niño boquiabierto ante el mundo de los adultos; en otras ocasiones se adapta a los andares de una transeúnte o a la velocidad del ciclista en pleno descenso. En otras ocasiones, el encuadre es el resultado de una reflexión, sobre todo cuando Lartigue trabaja en la cámara oscura: manipula sus imágenes, amplía un detalle o corta una parte para intensificar un efecto.

Progresivamente, Lartigue tuvo más en cuenta el encuadre en el momento de fotografiar. En sus imágenes encontramos abundantes elementos arquitectónicos —puertas, ventanas, juegos de sombras, rendijas reveladas, espejos— y los protagonistas parecen atrapados en esos elementos. Los individuos, en lugar de encontrar a qué aferrarse en medio de todas las líneas que los rodean, parecen flotar sin sujeción.


























Jacques Henri Lartigue. Mi prima Bichonnade. 40, Rue Cortambert, París, 1905.


A principios del siglo XX, una gran transformación redefine completamente la percepción de la realidad: la idea de velocidad. Se reducen las distancias gracias a las revoluciones técnicas en los transportes y el tiempo se relativiza gracias a Einstein.

Durante su juventud, Lartigue intenta captar la realidad física de la velocidad, traducir mediante la imagen la emoción que se siente ante la máquina. Lo llevó a cabo sobre todo en los circuitos de carreras de automóviles, a los que solía llevarlo su padre, que era un gran aficionado.

Lartigue consiguió que el espectador viera en sus fotografías lo mismo que él percibía cuando experimentaba la velocidad: un espacio comprimido, acortado, a menudo deformado; la transformación violenta del campo de visión.

Lartigue, nacido con los primeros Juegos Olímpicos y criado en una familia en la que el deporte ocupaba un lugar muy destacado en la educación, fue de adolescente un tenista consumado y uno de los primeros franceses en practicar asiduamente deportes de invierno. Le fascinaba sentir la velocidad y durante toda su vida se esforzó en desafiar la rigidez del cuerpo. De la misma manera, en sus imágenes deportivas busca la eficacia, y para ello, las líneas se mueven a su alrededor, los espacios se amplían y surgen perspectivas inéditas a cada instante.



















Jacques Henri Lartigue. Bibi, Arlette e Irène. Tormenta en Cannes. Cannes, mayo de 1929. 


Cuando era niño, el sueño más repetido de Lartigue era poder volar. No es de extrañar, pues, que se apasionara ya desde la niñez por la aviación. En 1904 fue testigo con su cámara de los intentos de despegue de Gabriel Voisin en Normandía y captó los primeros metros del aviador por encima del suelo. Con su hermano frecuentó desde 1907 los campos de aviación y finalmente, el sueño de su infancia se hizo realidad en 1916 con su bautismo aéreo. Es difícil calcular cuántos saltos y despegues hay en la obra de Lartigue. Para él, todas esas cabriolas son la imagen de la vida misma, símbolo de su vitalidad.

Pero todos los saltos y despegues llevan asociados los descensos y las caídas. Los lanzamientos, las volteretas y las escaladas acaban casi siempre en salpicaduras y caídas, y con ellas, las carcajadas. Sus fotografías adquieren un tono ligero sobre la ausencia de gravedad.





































































Jacques Henri Lartigue. Gérard Willemetz y Dany. Royan, julio de 1926.


En el universo de Lartigue sólo hay mujeres jóvenes y hermosas. La búsqueda de la felicidad y de la belleza que lleva a cabo desde su infancia excluye por completo cualquier deformidad o signo de envejecimiento y mantiene a distancia todo lo que pueda enturbiar un día resplandeciente o recordar la fealdad y la muerte.

En la primavera de 1910, cuando aún no tenía 16 años, Lartigue descubrió la moda y, sobre todo, a las modelos. Durante meses, cámara al hombro, se lanzó a la avenida del Bois de Boulogne, cerca de su casa, donde las mujeres distinguidas paseaban a horas concretas para enseñar sus vestidos nuevos. Lo que esperaba retener el joven fotógrafo no era el detalle de los tejidos, sino más bien la aparición de mujeres elegantes.

Sus primeras representaciones de las paseantes ponen de manifiesto una distancia y un temor nuevos ante el universo femenino, provocados en primer lugar por la diferencia de edad y, después, por el deseo sexual. Lartigue, que siente una emoción de tipo erótico, se esconde. De ahí el encuadre oblicuo con el que las captura, esa toma de vista tan baja. Con la experiencia, la mirada de Lartigue cambia y mira directamente a los ojos de sus amantes. En contraste con el resto de su obra, Lartigue pide explícitamente a esas mujeres
indolentes que no hagan nada, que no se muevan.

A principios del siglo XX, todo el mundo sueña con disfrutar de los nuevos placeres de la velocidad y el deporte, y con recorrer sin obstáculos los territorios que día tras día descubre la modernidad. También el joven fotógrafo y su hermano Zissou sueñan desde pequeños con disfraces que les permitan asemejarse a los héroes de sus aventuras preferidas: aviadores, pilotos de carreras o exploradores de mundos lejanos. Gorros, gafas y abrigos de piel hacen que quienes los lleven parezcan extraterrestres. En este grupo de imágenes encontramos exploradores de un nuevo tipo, figuras enmascaradas, pesadas y paralizadas en su singular atuendo.

Finalmente, el último ámbito de la exposición muestra la fascinación de Lartigue por el infinito y la naturaleza, donde el hombre se enfrenta a su soledad. En esta parte de la obra de Lartigue, el individuo aparece con apenas más consistencia que una brizna de paja, como un fantasma agitado por los vientos o movido a merced del oleaje. Nuestro paso terrenal es efímero: eso es lo que nos repiten constantemente estas imágenes que traicionan una felicidad imposible de retener y que indican que sólo estamos en la Tierra como habitantes transitorios.





































































Jacques Henri Lartigue. Bibi, sombra y reflejo. Hendaya, agosto de 1927


Las cámaras: En 1902, Jacques Lartigue recibe su primera cámara, de madera encerada y con placas de vidrio de 13 × 18 cm. La siguen muchas otras, cada vez más perfeccionadas y rápidas, como la Kodak Brownie 2, recargable al aire libre, o la Klapp Nettel de 6 × 13 cm, que le permiten «conservar» todo aquello que le hace feliz, le apasiona o le sorprende.

Los tirajes de época: Se han conservado algunos tirajes realizados al mismo tiempo que las tomas fotográficas correspondientes. Se denominan copias de época o vintage. Reveladas por el propio Lartigue o confiadas a un laboratorio, suelen ser contactos en formato de negativo y, a veces, ampliaciones.

Los álbumes: A partir de 1902, Lartigue se dedica a organizar y clasificar sus imágenes en grandes álbumes. Los llena de fotografías hechas por él o que adquiere como coleccionista. Lo hará hasta el final de su vida en 1986. Son, en total, 130 volúmenes y 14.423 páginas con un formato de 52 × 36 cm que dan testimonio de su vida o, por lo menos, de la huella que quiere dejar. Recortes, encuadres, compaginaciones, fechas y anotaciones evidencian una voluntad de componer los instantes de su vida para adecuarlos a su sensibilidad. Los álbumes constituyen la última etapa en la elaboración de sus recuerdos.

El diario: Lartigue sintió muy pronto la necesidad de dar cuenta de su vida mediante la escritura. Eligió distintos soportes a lo largo de los años: pequeños pedazos de papel garabateados y escondidos, cuadernos varios como Cuaderno de mis sueños o Razones por las que soy tan feliz. A partir de 1911, decide llevar una agenda en la que anota y dibuja el tiempo que hace para, según afirma, paliar los fallos de memoria de los adultos. Empieza a añadir las actividades que ocupan su tiempo y, poco a poco, algunas impresiones. También dibuja de memoria, antes de revelarlas, las fotografías tomadas durante el día. Al final de la página valora la calidad de la jornada.

La estereoscopia: El hombre percibe la profundidad del espacio que lo rodea porque dispone de dos ojos: la visión binocular permite la sensación de relieve. El estereoscopio del inventor Sir David Brewster fue presentado a la reina Victoria y al público en general en 1851 en Londres, con motivo de la Exposición Universal. Tuvo un gran éxito. Hasta principios del siglo XX se vendieron en todo el mundo centenares de miles de cámaras fotográficas y visionadoras.

En 1902, el padre de Lartigue, gran aficionado a la fotografía, presta a su hijo de ocho años una cámara estereoscópica Spido Gaumont de placas de vidrio de formato 6 × 13. Con ella, el joven Lartigue descubre un nuevo juego: no sólo puede restituir la realidad, sino también captar el movimiento. Invierte sus negativos en placas de vidrio positivas del mismo formato y disfruta montándolas en secuencias y escribiendo cuidadosamente sus leyendas en un cuaderno escolar. Entre 1902 y 1928 realiza cerca de 5.000 negativos estereoscópicos. A partir de 1912, su Klapp Nettel estereoscópica de 6 × 13 cm le permite también realizar vistas panorámicas replegando uno de los objetivos. Tras descubrir este nuevo formato irá abandonando poco a poco la estereoscopia.

Los autocromos: Con 17 años, Lartigue descubre con gran emoción los procedimientos de la fotografía en color; primero, el inventado por Lippmann y luego, el que comercializan los hermanos Lumière. Se maravilla ante esas invenciones que le abren nuevas perspectivas. En 1912 utiliza una Klapp Nettel estereoscópica de 6 × 13 cm para realizar sus primeras placas autocromas.

No obstante, Lartigue comprueba que el procedimiento del autocromo es incompatible con el regocijo que experimenta él al captar el movimiento. En 1927, a pesar de su fascinación por el color, la imposibilidad de tomar instantáneas le desanima y lo deja de lado. En la actualidad, la Donation Lartigue conserva unos 80 autocromos estereoscópicos del artista.

Exposición
Del 4 de marzo al 19 de junio de 2011
CaixaForum Madrid
Paseo del Prado, 36
28014 Madrid
Horario:
De lunes a domingo, de 10 a 20 h
Entrada gratuita a las exposiciones

Más información: www.lacaixa.es/obrasocial
                           Donation Jacques Henri Lartigue

03 marzo 2011

Canon EOS 1100D

























El pasado mes de febrero, Canon presentó un nuevo modelo de cámara dirigida al segmento de los aficionados a la fotografía que se inician en este mundillo. Este nuevo modelo es compacto y ligero, la EOS 1100D es una cámara réflex digital muy versátil, muy cómoda de llevar, por lo que es posible captar cualquier instante decisivo con una calidad excelente. Y, cuando una escena sea adecuada para ser grabada en vídeo además de plasmada en fotos, la grabación en alta definición 720p se podrá realizar con toda facilidad mediante la función de vídeo específica, disponible en el dial de modos. Además, nunca perderás ningún momento de la acción cuando compongas la escena, con toda facilidad y precisión, mediante su luminoso visor óptico de nuevo diseño, con una cobertura del 95% de la escena. Alternativamente, podrás usar el modo de visión en directo ‘Live View’ para poder ver cómo los diferentes modos pueden influir en la imagen final en la gran pantalla posterior de la cámara.
Podrás captar excelentes imágenes en cuanto comiences a usar la EOS 1100D. Una Guía de Funciones disponible en el sistema de menús ofrece una descripción sencilla de cada ajuste de la cámara y sus efectos, ayudando a los principiantes a aprender aspectos relativos al funcionamiento de su cámara según la van usando.

En los modos Básic+ y Creative Auto se han eliminado todos los términos técnicos que pudieran causar confusión, usando un lenguaje sencillo para describir los ajustes y sus efectos en la imagen final. Con el modo Básic+ conseguirás un ambiente diferente para cada escena, ajustando la exposición, el balance de blancos y el procesamiento de la imagen mediante preajustes fáciles de entender, basados en criterios creativos y el tipo de iluminación. Además, podrás desenfocar el fondo para conseguir resultados más interesantes con Creative Auto, que elimina toda posible confusión para conseguir el efecto deseado.
La EOS 1100D también facilita captar las imágenes y compartirlas posteriormente con familiares y amigos, tanto si se trata de fotos como de vídeo en alta definición (HD). Su gran pantalla LCD de 6,8 cm (2,7”) cuenta con una alta resolución de 230.000 píxeles y un ángulo de visión amplio, facilitando el visionado de las imágenes captadas durante el día. O si lo prefieres, podrás sentarte cómodamente y disfrutar de tus imágenes en una gran pantalla, conectando la EOS 1100D directamente a un televisor de alta definición (HDTV) mediante HDMI, usando el mando a distancia para ir pasando de una imagen a otra o para disfrutar de tus propios vídeos de alta calidad.

Gracias a su compatibilidad con las Eye-Fi Connected Functions , los usuarios de la EOS 1100D podrán transferir sus imágenes de forma inalámbrica a un ordenador personal o, sin necesidad de este paso, subir sus fotos y sus vídeos directamente a una web como CANON iMAGE GATEWAY o Flickr, animando a todos a compartir los resultados de su práctica fotográfica creativa, divertida y especial.
La EOS 1100D, que ha sido diseñada como una réflex digital para principiantes, potente y fácil de usar, ofrece impresionantes especificaciones, para conseguir una calidad de imagen y unas prestaciones a la altura de las marcas Canon y EOS.
El sensor CMOS APS-C de 12,2 Megapíxeles incorporado en la cámara permite imprimir imágenes hasta tamaño A3, así como recortarlas para conseguir composiciones muy atractivas, sin renunciar a la calidad de la imagen ni al tamaño de impresión, mientras que el procesador de imagen DIGIC 4 permite congelar la acción, gracias a una velocidad de disparo en serie a alta velocidad, de hasta 3 fotogramas por segundo . Asimismo, es posible fotografiar sujetos iluminados con poca luz, con un ruido mínimo y sin tener que utilizar el flash, gracias a una gama de sensibilidades ISO que va desde 100 a 6.400, a la vez que el rápido y preciso sistema de enfoque automático (AF) en 9 puntos garantiza que el sujeto siempre salga enfocado, independientemente de su lugar en la escena. La EOS 1100D también utiliza el mismo sistema de medición iFCL desarrollado anteriormente para la cámara semiprofesional EOS 7D, que garantiza sujetos bien expuestos, incluso en las situaciones con iluminación más difíciles.
La EOS 1100D estará disponible conjuntamente con un nuevo objetivo de la serie EF de Canon. El nuevo objetivo EF-S 18-55 mm f/3,5-5,6 IS II se incluye en un kit con la EOS 1100D para ofrecer a los usuarios la flexibilidad de poder fotografiar cualquier motivo, desde paisajes espectaculares a retratos. Su construcción ligera implica que se pueda transportar fácilmente, mientras que el sistema de Estabilización Óptica de la Imagen proporciona una ventaja de 4 pasos, para lograr imágenes nítidas con las longitudes focales más largas del zoom y cuando se fotografía con poca luz. El nuevo EF-S 18-55 mm f/3,5-5,6 IS II sustituye al EF-S 18-55mm f/3,5-5,6 IS dentro de la actual gama de objetivos de Canon.
La nueva Canon EOS 1100D con objetivo EF-S 18-55 mm f/3,5-5,6 IS II, se puede encontrar actualmente a un precio de 539 Euros.

Más información: Canon EOS 1100D
                         Especificaciones técnicas

Paul Cézanne - Grandes Pintores

Paul Cézanne fue un pintor francés postimpresionista, considerado el padre del arte moderno, cuya obra estableció las bases de la transición entre la concepción artística decimonónica hacia el mundo artístico del siglo XX, nuevo y radicalmente diferente. Sin embargo, mientras vivió, Cézanne fue un pintor ignorado que trabajó en medio de un gran aislamiento. Desconfiaba de los críticos, tenía pocos amigos y, hasta 1895, expuso sólo de forma ocasional. Fue un «pintor de pintores», que la crítica y el público ignoraban, siendo apreciado sólo por algunos impresionistas y, al final de su vida, por la nueva generación (los nabis o la escuela de Pont-Aven).

Cézanne nació el 19 de enero de 1839 en la ciudad de Aix-en-Provence, en el sur de Francia. En 1852 comenzó sus estudios en el colegio Bourbon (actualmente, Colegio Mignet) de su ciudad natal, donde entabló relación con Émile Zola, que estaba en una clase inferior. Permaneció allí durante seis años, aunque en los dos últimos fue alumno externo. En 1857 se inscribió en la Escuela de Dibujo de Aix, asistiendo a los cursos de Joseph Gibert, director de la escuela y del museo de bellas artes de la ciudad.

Desde 1859 hasta 1861 estuvo matriculado, por influencia paterna, en la facultad de Derecho de la Universidad de Aix, mientras seguía recibiendo lecciones de dibujo. Pronto comprendió que su verdadera vocación era la pintura. Instaló su primer estudio en Jas de Bouffan, la casa de campo de su padre. La decoró con temas referentes a Las cuatro estaciones (1860), que firma, con ironía, como «Ingres». En 1861, después de una serie de encarnizadas discusiones familiares, recibió una pequeña asignación y marchó a estudiar arte a París. Le animó mucho a adoptar esta decisión Zola, quien vivía en la capital desde 1858.

En cuanto a su estilo pictórico, Cézanne intentó conseguir una síntesis ideal de la representación naturalista, la expresión personal y el orden pictórico. Al igual que Zola con el realismo literario, Cézanne manifestó un interés progresivo en la representación de la vida contemporánea, pintando el mundo tal como se presentaba ante sus ojos, sin preocuparse de idealizaciones temáticas o afectación en el estilo. Luchó por desarrollar una observación auténtica del mundo visible a través del método más exacto de representarlo en pintura que podía encontrar. Con este fin, ordenaba estructuralmente todo lo que veía en formas simples y planos de color. Su afirmación «Quiero hacer del impresionismo algo sólido y perdurable como el arte de los museos», subraya su deseo de unir la observación de la naturaleza con la permanencia de la composición clásica. 

 1898-Monte Sainte-Victoire visto desde la Cantera de Bibemus

Son muy características y fácilmente reconocibles sus pinceladas, a menudo repetitivas, sensibles y exploratorias. Estas pequeñas pinceladas y planos de color se conjugaban para formar campos complejos, expresando al mismo tiempo las sensaciones del ojo que observa y una abstracción de la naturaleza observada.

Cézanne se esforzó por comprender y reflejar la complejidad de la percepción visual humana. Quería ofrecer una visión auténtica de la realidad, y para ello observa los objetos desde distintos puntos de vista, lo que le lleva a representarlos desde perspectivas diferentes simultáneamente. La obra de madurez de Cézanne muestra el desarrollo de un estilo de pintura solificado, casi arquitectónico. La intensidad de sus colores, unida al aparente rigor de la estructura compositiva, indican que, a pesar de la frecuente desesperación del propio artista, había sintetizado los elementos básicos de representación y expresividad de la pintura de un modo muy personal.

Estaba interesado en la simplificación de las formas que ocurrían naturalmente a sus esencia geométrica.

 1904-Chateau Noir


Por ejemplo, un tronco de árbol puede concebirse como un cilindro, una cabeza humana como una esfera. Además, la atención concentrada con la que había registrado sus observaciones de la naturaleza dieron como resultado una profunda exploración de la visión binocular, que resulta de dos percepciones visuales simultáneas y ligeramente diferentes, y nos proporciona una percepción de la profundidad y un conocimiento complejo de las relaciones espaciales. Vemos dos puntos de vista simultáneamente; Cézanne empleó este aspecto de la percepción visual en su pintura en grados diferentes. La observación de este hecho, junto con el deseo de Cézanne de capturar la verdad de su propia percepción, a menudo le llevó a presentar los perfiles de formas para al mismo tiempo intentar mostrar los puntos de vista distintivamente diferentes de tanto el ojo izquierdo como el derecho. 

Se han descrito varios periodos en la vida y obra de Cézanne. Al primero de ellos se le puede denominar "El periodo oscuro", de su etapa en París entre 1861-1870.

Se trata de un periodo caracterizado por colores oscuros y un intenso uso del negro, con pigmentos espesos, muy empastado. Su obra difiere grandemente de sus anteriores acuarelas y esbozos de la École Spéciale de dessin de Aix-en-Provence en 1859, o de sus obras posteriores. A menudo se usan para estas obras los términos antisocial o violento, o también eróticas o macabras. Su temática es la figura en el paisaje y comprende muchas pinturas de grupos de figuras grandes y pesadas en el paisaje, pintadas imaginativamente. A este periodo pertenecen los siguientes cuadros:


1866-Cabeza de Anciano


 1866-Il negro Scipione


 1866-Naturaleza muerta


1866-Portrait of the Artist's Father


 1866-Retrato de Achille Emperaire


 1867-El Rapto


1869-Naturaleza muerta con tarro, cafetera y fruta 


1870-L'orgia


El "Periodo impresionista" transcurre entre Provenza y París de 1870 a 1878. Cuando Cézanne marchó a L'Estaque en 1870, cambió sus temas para dedicarse principalmente al paisaje. Al instalarse en 1872, en Auvers (Val-d'Oise), comenzó su estrecha relación de trabajo con Pissarro, quien vivía en la cercana Pontoise. Junto con Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir y unos pocos pintores más, Pissarro había desarrollado un estilo para trabajar al aire libre (en plein air) de forma rápida y a escala reducida, que consistía en utilizar pequeños toques de colores puros, sin recurrir a bocetos preliminares ni a dibujos. Pretendían atrapar de ese modo los efectos lumínicos fugaces así como su interpretación visual, también efímera, de la naturaleza. Bajo la influencia de Pissarro, Cézanne comenzó a abandonar las normas académicas y la paleta sombría y fuertemente empastada que le caracterizaba. Sus lienzos se hicieron mucho más brillantes, con colores claros, eligiendo los colores primarios y sus complementarios, además de forzarle a observar atentamente la realidad. Su tema favorito son paisajes. Trabajó a partir de la observación directa y gradualmente desarrolló un estilo de pintura aéreo y ligero.

 1873-La casa del Ahorcado


 1873-Una moderna Olympia


1875-Cinco Bañistas


 1876-View from L'Estaque


 1877-Autorretrato


 1877-Hortense Fiquet in a Striped Skirt


 1877-Still Life with Soup Tureen


El "Periodo de madurez" transcurre en  Provenza entre 1878-1890. Cuando Cézanne fijó su residencia definitivamente en Provenza, a principios de los años 1880, se independizó de los impresionistas, centrados en París, y demostró su preferencia por el sur, su país natal y su paisaje. El aislamiento y la concentración, así como la singularidad de su búsqueda, podrían señalarse como los responsables de la increíble evolución que sufrió su estilo durante las décadas de 1880 y 1890. El hermano de Hortense tenía una casa desde la que se veía la montaña Sainte-Victoire en Estaque. Una serie de pinturas de esta montaña de 1880-1883 y otras de Gardanne de 1885-1888, a veces son conocidas como el «Periodo constructivo». De 1888 a 1890 se interesó por la figura humana, pintando una serie de cuadros con personajes de la Comedia del arte, pasando, a partir de 1890, a otra serie sobre Jugadores de cartas, posiblemente inspirado por la obra sobre el mismo tema de Louis Le Nain. 

 1879-El puente de Maincy


1880-El golfo de Marsella visto desde L´Estaque


 1885-El Bañista


 1885-Gardane


 1885-Monte Sainte-Victoire


1888-Martes de carnaval


 1888-Naturaleza muerta con cesto


 1890-Los jugadores de cartas


El "Periodo final" transcurre en  Provenza entre 1890-1905. En 1895 hizo una visita germinal a las canteras de Bibémus y ascendió la montaña Sainte-Victoire. El paisaje laberíntico de las canteras debieron impresionarle particularmente, pues alquiló una cabaña allí en 1897. Se cree que estas formas inspiraron el estilo cubista en embrión. Cézanne se concentró en unos pocos géneros, en los que era hábil por igual: bodegones, retratos (y autorretratos), paisajes y estudios de bañistas (desnudos en el paisaje). Respecto al último, Cézanne se vio obligado a dibujar a partir de su imaginación, debido a la falta de modelos desnudos disponibles. Como sus paisajes, sus retratos se pintaban a partir de lo que era familiar, de manera que no sólo su esposa e hijo, sino también campesinos locales, niños, y su marchante, sirvieron de modelos.

Cézanne continuó pintando directamente del natural con brillante colorido de tipo impresionista, pero fue simplificando de modo gradual la aplicación de la pintura hasta el punto de que parecía lograr expresar el volumen con sólo unas cuantas pinceladas de color yuxtapuestas. Más adelante los expertos llegarían a afirmar que Cézanne había descubierto un modo de representar tanto la luz como las formas de la naturaleza simplemente mediante el color. Parecía reintroducir una estructura formal que los impresionistas habían abandonado, sin sacrificar por ello la sensación y vivacidad lumínica lograda por ellos. El propio Cézanne hablaba de modular el color en lugar de modelar el claroscuro de la pintura tradicional. Con ello se refería a que suplantaba las convenciones artificiales de representación (modelar) por un sistema más expresivo (modular) que se hallaba aún más próximo a la naturaleza o, como decía el propio artista, "paralelo a la naturaleza". Para Cézanne la solución a todos los problemas técnicos del impresionismo radicaba en utilizar el color de un modo más ordenado y expresivo que el de sus compañeros impresionistas.

Cézanne consideraba que nunca llegaba a alcanzar plenamente su objetivo, por lo que dejó la mayor parte de sus obras sin acabar y destruyó muchas otras. Se lamentaba de su fracaso a la hora de representar la figura humana y, efectivamente, las grandes obras con figuras humanas de sus últimos años revelan unas distorsiones curiosas que parecen dictadas por el rigor del sistema de modulación cromática que él mismo impuso sobre sus propias representaciones. Ejemplo de ello son toda la serie de pinturas dedicadas al tema de los y las bañistas.

 1890-Azucarero, cafetera y plato con fruta


 1890-Bañistas


 1890-Montaña Sainte-Victoire


1890-Mujer con cafetera


 1890-Still Life with Basket of Apples


 1895-Still Life with Putto


1899-Bodegón con pañería


 1901-Retrato de un campesino


 1904-Monte Sainte-Victoire y Chateau Noir


 Puede decirse que Cézanne crea el puente entre el impresionismo del siglo XIX y el nuevo estilo de principios del siglo XX, el cubismo.

Durante muchos años la obra de Cézanne sólo fue conocida por sus antiguos colegas impresionistas y por unos cuantos artistas jóvenes radicales de la línea del postimpresionismo, entre los que se incluían Vincent van Gogh y Paul Gauguin. Esta generación posterior aceptó prácticamente todas las rarezas de Cézanne.

La retrospectiva de Cézanne de 1907 en el Salón de Otoño impactó grandemente la dirección que tomó la vanguardia parisina, dando crédito a su posición como uno de los artistas más influyentes del siglo XIX y al advenimiento del Cubismo. Fueron las exploraciones de Cézanne de simplificación geométrica y fenómenos ópticos las que inspiraron a Picasso, Braque, Gris, y otros para experimentar con múltiples visiones aún más complejas del mismo tema, y, con el tiempo, a la fractura de la forma. Hay una frase, atribuida tanto Matisse como a Picasso, según la cual «Cézanne es el padre de todos nosotros». Matisse admiraba su utilización del color y Picasso desarrolló la estructura de la composición plana de Cézanne para crear el estilo cubista.

 Un día, Cézanne se vio atrapado por una tormenta mientras trabajaba en el campo. Sólo después de haber trabajado durante dos horas bajo el aguacero decidió regresar a casa; pero en el camino se desmayó. Lo llevó a casa un conductor que pasaba. Su ama de llaves le frotó los brazos y las piernas para restaurar la circulación; como resultado, recuperó la consciencia. Al día siguiente, pretendía seguir trabajando, pero más tarde se desmayó; el modelo pidió ayuda; le metieron en la cama, en Lauves, de donde no volvió a salir. Murió unos pocos días después, el 22 de octubre de 1906. Murió de neumonía y fue enterrado en el antiguo cementerio en su amada ciudad natal de Aix-en-Provence.


Después de su muerte, su estudio en Aix se convirtió en un monumento, Atelier Paul Cézanne, o les Lauves.


Más información: Paul Cézanne en Wikipedia
                          Paul Cézanne en Ciudad de la Pintura
                          Atelier Paul Cézanne

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